Las soluciones económicas de la generación millennial
Hay una brecha entre la llamada generación millennial y las generaciones anteriores. Podemos establecer la ruptura por muchos frentes, pues no ha habido un solo motivo.
Naturalmente, los millennials son la consecuencia del estallido de una burbuja económica que nunca fue estable, sino que gozó de una efímera ilusión de inestabilidad. Actualmente, hay crisis en diversos sectores y en numerosos países de todo el mundo, y el desempleo sigue campando a sus anchas en España.
Los recortes en servicios públicos esenciales, como la sanidad y la educación, han condenado a muchos jóvenes españoles a la precariedad y a otros muchos, al éxodo.
El futuro parece ser que hace ya tiempo que no está en España, sino en otras fronteras.
Por eso, no es extraño que vivamos en la era de las alternativas económicas.
Una alternativa al transporte, como Uber o Blablacar. Otra alternativa al alojamiento y a sus elevados precios, como Airbnb. Una alternativa al emprendimiento que no tenga que pasar obligatoriamente por un crédito bancario de cuatro cifras y mucho trámite, como con los créditos rápidos online.
No es esa la única opción para aquellas personas que quieren y desean fundar su propio negocio. Los artistas y los investigadores científicos, profesiones todas ellas poco adaptables a la máquina productora del capitalismo, se labran la fortuna a través del micromecenazgo y la autoedición.
Páginas web como Verkami son de obligada visita para ilustradores e ilustradoras que desean fervientemente ser reconocidos y reconocidas en el mundo del cómic, del podcast o de la prensa especializada.
Estas alternativas económicas, desde los préstamos rápidos a WannaCash.es hasta el crowdfunding, no son un capricho, sino la consecuencia de un determinado contexto político, económico y social. Para las personas de treinta años o menos de nuestro país, el concepto de trabajo estable y futuro asegurado es una utopía; y al paso que vamos, también lo será el de hipoteca y pensión.
Por eso, no podemos culpar a una generación ya de por sí muy despreciada por la gente acomodada de más edad, por tratar de abrirse camino como sea. De hecho, es una decisión muy elogiable.
